Un mosquito se acercó a un león y le dijo:– No te temo, y además, no eres más fuerte que yo. Si crees lo contrario, demuéstramelo. ¿ Que arañas con tus garras y muerdes con tus dientes ? ¡ Eso también lo hace una mujer defendiéndose de un ladrón ! Yo soy más fuerte que tú, y si quieres, ahora mismo te desafío a combate.Y haciendo sonar su zumbido, cayó el mosquito sobre el león, picándole repetidamente alrededor de la nariz, donde no tiene pelo.El león empezó a arañarse con sus propias garras, hasta que renunció al combate. El mosquito victorioso hizo sonar de nuevo su zumbido; y sin darse cuenta, de tanta alegría, fue a enredarse en una tela de araña.Al tiempo que era devorado por la araña, se lamentaba de que él, que luchaba contra los más poderosos venciéndolos, fuese a perecer a manos de un insignificante animal, la araña.No importa que tan grandes sean los éxitos en tu vida, cuida siempre que la dicha por haber obtenido uno de ellos, no lo arruine todo.Fábula de Esopo
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BUENOS Y MALOS DESEOS
Pregunté a un estudiante qué era lo que más deseaba tener en la vida, y me contestó: «libros, salud y quietud». Hice la misma pregunta a un usurero prestamista y me dijo: «Dinero, dinero y mas dinero». A un pobre que encontré le dirigí la misma pregunta, y sin vacilar me dijo: «Pan, pan, pan». Un beodo que iba por la acera donde yo caminaba, al hacerle yo esta pregunta me dijo: «Un poco más aguardiente». Luego, dirigiendo mi vista hacia donde estaba una multitud, les pregunté lo mismo y me contestaron todos: «Riqueza, fama, placeres».Un tanto desilusionado, porque no me satisfacía ninguna contestación, pregunté a un anciano que tenía fama de muy bueno, qué era lo que más ambicionaba en la vida, y éste contestó con toda calma y dulzura: «Primeramente deseo encontrar a Cristo; en segundo lugar, parecerme a Cristo, y en tercer lugar, ser como Cristo».
EL ÁGUILA Y EL CAZADOR
Dwight L. Moody una vez relató en cuento de un águila, que tenía envidia de otra que podía volar mucho mejor que ella. Un día el águila vio a un cazador con arco y flecha y le dijo, «Deseo que mates a esa águila volando en el aire». El cazador dijo que podía hacerlo, solo que necesitaba unas plumas para su flecha. Así que el águila enviadosa sacó una de sus plumas de una ala. El cazador lanzó la flecha pero no pudo alcanzar la otra águila porque andaba volando demasiado alto. El águila sacó otra pluma, y luego otra…hasta que había perdido tantas plumas que ella misma ya no pudo volar. El arquero tomó ventaja de la situación, dio la media vuelta y mató al águila enviadosa. Aplicando la ilustración Moody dijo, «Si tú tienes envidia de otros, el que será más dañado por tus acciones serás tu mismo».